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El cuerpo sabe: Romper patrones y encontrar equilibrio

Por Tomas Rodriguez


El lenguaje de los patrones

La vida se mueve en patrones. La respiración, el lenguaje, la música, la cocina — incluso la forma en que pensamos y vivimos nuestros días — todo sigue patrones. Cuando estamos ansiosos, los patrones pueden darnos estabilidad. Cuando nos sentimos estancados, romper un patrón puede despertarnos.

La naturaleza enseña esto de forma hermosa. Crea patrones — y luego los rompe. Cada flor lleva un código genético que determina la forma de sus pétalos, su color y su aroma. Pero a través de la mutación —una ruptura del patrón— aparece algo nuevo. Algunos cambios se desvanecen, otros prosperan. Sin mutación, no habría evolución.

Cada generación rompe los patrones de la anterior. Algunas personas envejecen jóvenes, otras se mantienen jóvenes incluso con los años. A menudo, la diferencia está en nuestra disposición a soltar los viejos patrones y redescubrirnos.

Escuchar al cuerpo es aprender ese lenguaje — el que sabe cuándo repetir y cuándo reinventar.

El equilibrio real no es rigidez; es un flujo creativo — una respuesta al momento presente desde un lugar intuitivo.

Deja que tu “sí” venga desde dentro.
Que tu “no” sea un acto de cuidado.
Y confía en que la sabiduría de tu cuerpo siempre está de tu lado.


Mi historia de desequilibrio y el aprendizaje de escuchar

Mi relación con el equilibrio ha sido moldeada por años de lucha — no con el rendimiento ni la ambición, sino con la salud y el miedo. Nací con condiciones en el corazón y los pulmones, y fui criado con un inmenso cuidado por una madre amorosa. Pero su protección también traía consigo un trasfondo de miedo — la creencia de que yo era frágil, vulnerable, que siempre debía tener cuidado.

Esa creencia echó raíces en mí. Se convirtió en una ansiedad silenciosa pero constante sobre mi cuerpo, una narrativa interna que decía que siempre estaba a un paso de enfermar. Por un tiempo, eso se transformó en hipocondría. Y luego, como muchos, me fui al extremo opuesto — llevé mi cuerpo más allá de sus límites, ignoré sus señales, intenté probar que era fuerte. Pero tampoco funcionó. Terminaba enfermo, una y otra vez.

El péndulo entre la sobreprotección y la sobreexigencia se convirtió en su propio patrón. Tuve que aprender — lentamente, con humildad — a sentir la diferencia entre la voz del miedo en mi mente y la voz de la sabiduría en mi cuerpo.

Tuve que aprender a preguntarme:
¿Esto es un límite real… o una reacción?
¿Esta incomodidad es una señal para detenerme, o un signo de que estoy creciendo?

Este aprendizaje no termina. Pero gracias a él, he ganado algo duradero: una relación con la inteligencia viva de mi cuerpo — una guía interna que habla en sensaciones, ritmos, tensiones y soltura.


El cuerpo vive en el presente

Lo que nos desconecta de nuestro cuerpo es el apego mental a los viejos patrones. Nos gusta sentir que tenemos el control — aferrarnos a lo conocido, a lo que alguna vez funcionó, a lo que parece seguro. Pero ese apego nos vuelve rígidos. Nos desconecta de la singularidad del momento presente.

El cuerpo, en cambio, no vive en la memoria ni en la teoría. Vive aquí. Ahora.
Se renueva constantemente. Se adapta. Responde a la vida directamente — no a través del pensamiento, sino a través de la sensación.

Escuchar a tu cuerpo es una forma de romper el patrón.
De salir de quien fuiste… y entrar en quien estás llegando a ser.


Una práctica sencilla

La próxima vez que enfrentes una decisión, grande o pequeña, prueba esto:
Piensa en una de las opciones que estás considerando. Imagina moverte en esa dirección. Luego haz una pausa.
¿Qué siente tu cuerpo?
¿Hay tensión o apertura? ¿Ligereza o tirón?

Esa sensación — a menudo más allá de las palabras — es tu brújula.
No necesitas explicarla. Solo obsérvala.
Y luego, da el siguiente paso… desde ahí.

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